Mentiras que matan: la verdad detrás del informe

El PRI Campeche advierte que Layda Sansores busca ocultar la crisis del estado con cifras maquilladas y discursos vacíos.

 La expectativa ante el próximo informe de gobierno de la gobernadora Layda Sansores se ve empañada por un clima de inconformidad creciente. Mientras desde el Ejecutivo estatal se prepara un discurso que promete logros y avances, en las calles de Campeche persiste otra realidad: la de un estado sumido en el abandono, la opacidad y la desatención institucional.

La ciudadanía campechana ha comenzado a alzar la voz: exigen transparencia, soluciones reales y un gobierno que atienda las necesidades básicas de la población. En este contexto, el PRI Campeche ha hecho eco de estas demandas sociales, señalando con firmeza que lo que está en puerta no puede ser un informe vacío, ni un acto de simulación, sino una rendición de cuentas auténtica sobre el deterioro que vive el estado.

Carreteras destrozadas, hospitales sin insumos y escuelas en crisis

Los reclamos son numerosos y consistentes. Las carreteras del estado, fundamentales para el desarrollo económico y la seguridad de la población, se encuentran en condiciones deplorables. Tramos colapsados, falta de mantenimiento y obras inconclusas son hoy la norma en múltiples regiones de Campeche, afectando la movilidad de trabajadores, estudiantes y comerciantes.

El sector salud tampoco escapa al abandono: hospitales sin medicamentos básicos, equipos obsoletos y una atención deficiente han puesto en jaque la vida de cientos de personas, especialmente en comunidades rurales. Familias enteras deben desplazarse kilómetros para encontrar atención médica adecuada, en un estado que presume tener avances en infraestructura.

La educación, por su parte, atraviesa una crisis profunda. Escuelas sin mantenimiento, docentes desmotivados por la falta de recursos y programas educativos rezagados han deteriorado el aprendizaje y el acceso a oportunidades para la niñez campechana. A ello se suma la creciente precarización del campo campechano, un sector históricamente productivo que hoy sufre por la ausencia de políticas públicas, apoyos técnicos y financiamiento adecuado.

El PRI: “El pueblo exige cuentas, no discursos”

Ante este panorama, el PRI Campeche ha reiterado que el estado no necesita propaganda, sino respuestas. “No basta con maquillar cifras ni con discursos triunfalistas cuando la realidad en cada colonia, en cada rancho y en cada comunidad rural, es la de un estado que se cae a pedazos”, señaló su dirigencia en un pronunciamiento público.

El partido exige que el informe de gobierno de Layda Sansores deje de ser un montaje político y se convierta en un acto de rendición de cuentas real: con cifras verificables, autocrítica y compromisos medibles. La ciudadanía —señalan— está cansada de gobernantes que viven desconectados de las problemáticas reales y que optan por ocultar la verdad tras recursos mediáticos y narrativas vacías.

Ciudadanía sin paciencia: el hartazgo se convierte en exigencia

En comunidades del norte, sur y centro del estado se repite la misma constante: la frustración de no ser escuchados, de no tener acceso a servicios básicos de calidad y de vivir bajo un gobierno que, a juicio de muchos, prioriza la imagen sobre los resultados. En redes sociales, medios locales y asambleas comunitarias, el malestar se ha traducido en exigencias concretas: obras reales, servicios funcionales y un alto a la impunidad.

“La paciencia de los campechanos no es infinita”, advierten líderes ciudadanos que acompañan las denuncias. “Queremos resultados, no promesas incumplidas. Queremos justicia y transparencia, no más simulaciones”.

En resumen, tanto el PRI Campeche como sectores ciudadanos coinciden en un mismo punto: el informe del 1 de agosto no puede convertirse en un espectáculo más. Debe ser el inicio de una etapa de corrección, de atención real a los problemas de fondo y de reconocimiento honesto de los errores cometidos. De no ser así, advierten, el desencanto social seguirá creciendo, y con él, el rechazo a un gobierno que prometió transformación, pero ha entregado olvido.

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